En la era posmoderna la sexualidad ha pasado de ser un tabú a ser un tema del que
se habla, enseña y discute libre y abiertamente en distintos ámbitos; de hecho,
es un tema que ha sido tomado repetidas veces como bandera de la defensa de los
Derechos Humanos; lo cual tiene, como corresponde a cualquier terreno de la
vida humana, sus luces y sombras. Juntamente con esta creciente apertura, el
término se ha visto rodeado diversas posturas, enfoques y tintes ideológicos,
que han hecho de la sexualidad algo confuso y complejo, cuya discusión no está exenta
de polémica y controversia, pero que, no obstante, requiere ser analizado desde
distintas miradas.
Una de las
visiones de la sexualidad del ser humano que más se ha proliferado durante las
últimas décadas podría denominarse “SEXUALIDAD FRAGMENTADA” que concibe a la
persona como un ser sexualmente atomizado, es decir, un ser cuya experiencia
sexual se encuentra separada y desintegrada en una cantidad indeterminada de
partes inconexas, mismas que no guardan ningún tipo relación entre sí, y que
existen como parcelas o “cabinas” aisladas y que, de una manera figurada,
flotan en una especie de limbo sexual. Aquí podemos incluir categorías como:
género, orientación, genitalidad, identidad, coitalidad, afectividad, reproductividad, erotismo, etc.
Esta percepción de la sexualidad fragmentada (que desarrollaré con mayor
amplitud en posteriores publicaciones) conduce, desde luego, a un panorama que
genera confusión e incertidumbre y que no aclara, ni arroja muchas luces al
tema en cuestión, pero que, indiscutiblemente, tiene una gran influencia en la
sociedad contemporánea.
Otra visión de la
sexualidad, un tanto más integradora, que podría denominarse “SEXUALIDAD
UNITARIA” o unificadora, considera al ser humano como una unidad
bio-psico-social-espiritual (cuerpo, mente, corazón y espíritu), entendiendo
por espiritual, básicamente dos atributos exclusivos de la condición humana:
primero, la conciencia moral y, segundo, la búsqueda de propósito vital o
trascendencia.
*para más
información sobre este tema véase la entrada “las 4 dimensiones del ser humano”
presionando aquí.
Bajo esta mirada se le asigna un igual grado de importancia a cada dimensión de la sexualidad humana y se la
considera de manera holística o como la suma indivisible de un conjunto de partes que se hallan mutuamente
interrelacionadas.
Gandhi ilustró este enfoque de la naturaleza humana en la siguiente frase:
"Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible".
En el siguiente
gráfico paso a describir los aspectos fundamentales de esta perspectiva: